NUEVAS INTERACCIONES ENTRE LOS SEXOS

Vivimos en un tiempo en el que se viene produciendo una creciente feminización de una Polis que es –cada vez más– vigilante frente a: la dominación, el menosprecio, la exclusión o la opresión hacia la mujer y lo femenino.

La mujer occidental contemporánea ya se está convirtiendo en: sujeto político, sujeto económico y sujeto erótico. Con ello, al tiempo que engorda la nueva «mujer pública» post-moderna también adelgaza aquella «mujer privada» pre-moderna que tenía que ser núbil virgen para poder llegar a ser esposa y madre

Estos cambios que van ocurriendo en la Polis están produciendo profundas transformaciones en el Oikos que afectan sobre todo a: la pareja, la familia, la psique, la sexualidad, la crianza, los cuidados… Ahora bien, no solo están cambiando las relaciones entre los sexos sino que también están cambiando las relaciones en el interior de cada uno de los sexos. 

En uno y otro sexo, tanto en sus acciones como en sus omisiones. Y, en gran medida, emergen los cambios que ocurren con motivo de lo que está pasando (y no pasando) con el otro sexo. Con ello, aunque parece que todo es radicalmente diferente de lo que en otro tiempo fueron las relaciones entre los sexos, en realidad solo está pasando lo que siempre ha pasado: los sexos, como siempre, interactúan. Y no solo interactúan las mujeres con los hombres y los hombres con las mujeres; también interactúan las mujeres entre sí con motivo de los hombres y los hombres entre sí con motivo de las mujeres. A la antigua usanza o con los nuevos usos, los sexos siempre interactúan. Lo hacen en las plazas, en las aulas, en los hogares, en las alcobas…; incluso en el interior del propio individuo que es un ser sexuado y es siempre un ser intersexual. 

Ahora bien, por unos u otros motivos, estas interacciones no siempre son armoniosas, cooperativas y nutritivas; pueden llegar a ser tóxicas e inicuas. En cualquier caso, respecto del futuro inmediato, todo parece indicar que van a ser crecientemente cambiantes, complejas, perplejas y conflictivas. Como nos jugamos mucho en todo esto, habrá que esforzarse en tratar de estudiar, entender y atender estas interacciones.

LA CONSTRUCCIÓN DE UN NUEVO ORDEN SEXUAL

Desde el siglo XVIII, con la emergencia de la noción de «segundo sexo», venimos construyendo un nuevo Orden Sexual: el de la convivencia y la cooperación de los Sexos. 

Por supuesto esta construcción requiere de una cierta destrucción (al menos, de una profunda deconstrucción) de aquel Antiguo Orden Sexual que fue: genésico, patriarcal, antrópico, androcentrado y puritano. 

Hemos de replantearnos aquellos referentes epistémicos: a) un género genésico y genital que prescribe y regula toda la biografía; b) un padre patriarcal, paternal y jerárquico, que es amo y señor; b); c) una cosmovisión centrada en un ser humano androcentrado (donde la referencia siempre es masculina); d) una cosmovisión teleológica que gira en torno a la purísima Pureza de un alma inmaculada que combate la carne séptica (despreciando el cuerpo, el deseo y el placer). 

Se está acabando que los hombres vivan una vida y las mujeres otra del todo distinta y separada. 

Se está acabando que los genitales neonatales determinen rígidamente toda la biografía. 

Se está acabando que sólo haya un modo de ser hombre y un solo modo de ser mujer. 

Se está acabando que sólo haya un modelo de amor, un modelo de erótica, un modelo de convivencia, un modelo de relación, una única moral sexual... 

Se está acabando que la meta de la mujer sea casarse para tener hijos (y permanecer virgen e inmaculada hasta ese momento). 

Se está acabando que la meta del hombre sea llegar a ser el paterfamilias (propietario de la esposa y la prole, y sostén y espónsor de la familia). 

Se está acabando que ellos sean soberanos y ellas sean tuteladas

Se está acabando que sólo se unan o cooperen para constituir una familia (con el único propósito de procrear y criar hijos comunes). 

Ahora bien, no se trata sólo de derribar aquel antiguo Orden Sexual; se trata, sobre todo, de construir uno nuevo. Para eso se necesitan planos y planes, conocimientos y competencias, energías y recursos. Habrá que ponerse a ello con honestidad y denuedo pues uno de los mayores desafíos que el futuro depara a las democracias occidentales es la creación y consolidación de un nuevo orden sexual que promueva la convivencia entre los sexos en un marco de justicia y razón. 

Esta empresa requiere de una descomunal reformulación (moral, cultural, social, política, profesional y científica) que apueste por el conocimiento y la consideración de los sexos y sus interacciones. Para lograrlo es necesario promover saberes, valores, habilidades, recursos e instituciones que permitan que hombres y mujeres convivan, se respeten, compartan, se entiendan… con respeto y consideración a su singular condición sexuada (asumiendo pues, la diversidad e intersexualidad de los muchos modos, maneras y peculiaridades en las que se expresa esta condición de ser hombres y mujeres). 

Por ello se hace necesario producir conocimiento sobre los sexos y sus relaciones. Así mismo se hace necesario crear una nueva episteme en la que emerjan nuevas ideas, conceptos, términos y teorías que se pongan al servicio de la sinergia entre los sexos. La Sexología Sustantiva quiere servir a este propósito. 

PASADO Y PRESENTE

En torno al conocimiento de los sexos persisten lagunas, errores, mentiras, equívocos y contradicciones. Hubo un tiempo en el que el problema era: el silencio, la desinformación, la prohibición, la represión, la castración, la moral y la culpa. 

Por el contrario, los  problemas actuales son: el griterío, la sobreinformación, el postureo, la obligación, la política, la estandarización... Evaluado desde la perspectiva de los valores actuales, el pasado sale muy mal parado respecto de tres cuestiones: a) el menosprecio de lo femenino y la exclusión de la mujer; b) el combate contra el cuerpo y la diversidad de los placeres que en él habitan; c) la persecución de ciertos amores y deseos no generativos. 

Ahora bien, el pasado no solo es una historia de opresión ejercida por hombres opresores sobre mujeres oprimidas. La tesis opresiva omite que la humanidad siempre ha estado constituida por hombres y mujeres que se han atraído, deseado, enamorado y vinculado; que se han dado atenciones, cuidados y gozos; que han cooperado y convivido constituyendo parejas que han procreado y criado una prole común. 

Tanto en el pasado como en el presente, las interacciones entre los sexos siempre han sido, y siguen siendo, complejas y ambivalentes. Efectivamente, si tomamos los sexos como si fuesen colectivos políticos homogéneos es cierto que hay y hubo: poder, coerción, exclusión y opresión pero si comprendemos que los sexos están constituidos por individuos oikóticos que son singulares, también hay y hubo: deseo, amor, gozo, convivencia y cooperación. 

En cualquier caso, entonces y ahora, en la Polis y en el Oikos, las relaciones entre los sexos siempre son polimórficas, contradictorias, emocionales, turbulentas, ambivalentes,... Por ello, la ciencia que pretenda estudiar estas cuestiones ha de afrontar todo esto, lo uno pero también lo otro, sin engañarse a sí misma y sin engañar a nadie. 

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